INVESTIGACION | INICIO  
  





Abatidos, aterrados, convertidos
en guiñapos humanos, los prófu-
gos descienden del coche celular en
Puerto Colombia, en medio de una
fuerte escolta, sabiendo ya todo
el horror que les espera.
(Foto Velasco, exclusiva para LA PRENSA).


El «Papillón» que no se voló de Barranquilla
De cómo vivió Henry Charriere, el preso más peligroso del mundo,
tras las rejas de la cárcel de Obando

Por: © HELKIN A. NUÑEZ CABARCAS


Henry Charriere, conocido por sus celebres fugas de varias cárceles, estuvo confinado por espacio de varios meses, durante la década de los treinta, en una prisión de la ciudad de Barranquilla. Este ex convicto francés más conocido con el sobrenombre de «Papillón», sería reconocido por el mundo entero al publicar, a finales de los años sesenta las memorias de su vida; obra testimonial en la que centra su estadía en las colonias penales de la Guyana Francesa y su incansable esfuerzo por fugarse.

Charriere hace un buen resumen histórico de su estadía en la arenosa, sus amigas del barrio abajo y pormenores de sus meses en la «Ochenta» intentando escapar al igual que lo hizo de otras penitenciarias.

De esta forma esta historia llega al Barrio Abajo. Charriere es apresado en Santa Marta y remitido a la cárcel de Obando bajo estricta vigilancia debido a su alta peligrosidad y constantes planes de fuga; allí es confinado con otros nueve prófugos franceses. Durante varios meses las medidas de seguridad en la prisión fueron de extrema responsabilidad, la tranquilidad de la penitenciaria sería alterada por cuatro intentos de fuga liderados por él mismo, con planes de evacuación coordinada.

¿Quién era Papillon?

Papillón fue un ciudadano francés que vivía desde muy joven en la zona del Pigalle de París, famosísimo barrio del bajo mundo. El lumpen bohemio, las prostitutas, y el hampa en general eran sólo algunos de los habitantes de este lugar. Charriere fue acusado de asesinato cuando tenía aproximadamente 25 años, es juzgado y declarado culpable por dar muerte a un ciudadano parisino en el año de 1.931, un 26 de octubre. Meses después es enviado a las colonias penales de la Guyana Francesa.

El gran amor de Henry Charriere en Barranquilla fue una rumana,
Nana, la francesa, prostituta del Barrio Chino


Estas colonias fueron el fuerte de seguridad penitenciario desde 1.852. Célebre por el encarcelamiento de peligrosos prisioneros traídos de dicho país, un complejo penitenciario cuya capital, Cayena, era famosísima por la temible colonia penal conocida por muchos como la Isla del Diablo. A ésta le seguían otras localizadas en las pequeñas Isla Real e isla San Josepe. A medida que el recluso intentaba fugarse, era aprehendido y trasladado a peores centros penitenciarios con rabiosa vigilancia, pero la astucia haría que este personaje llegara a ser considerado el prisionero más famoso por su demostrada habilidad. Charriere logró escapar en su décimo intento, luego se dedicó a su trabajo como administrador de restaurantes en el vecino país de Venezuela, donde obtuvo el apoyo diplomático que le confirió su anhelada libertad.

Para «Papillón», la espesura de la selva que adornaba estos albergues de castigo, no sería obstáculo para diseñar sus fugas con calculadora frialdad. Luego de tres años de persistentes intentos de fuga, Charriere escapó por primera vez de la prisión de Cayena. En su huida arribó a las costas aledañas a la Sierra Nevada de Santa Marta pero resultó apresado; un nuevo intento suyo de fuga puso en alerta a las autoridades del Magdalena, quienes decidieron trasladarlo a la más segura de la región, la ubicada en el número 46-80 entre las calles Obando y Medellín de Barranquilla. Ahí quedaba la «Ochenta», nuestra legendaria Cárcel de Obando.

Junto a nueve prófugos, “Papillón” fue encerrado en una celda especial y custodiado por numerosos guardianes. Para la época también existía en la ciudad otra Cárcel, la Municipal, pero la Obando era la más segura.

En su testimonio, Charriere dijo: «Barranquilla es una ciudad importante. Primer Puerto Colombiano del Atlántico, pero situado en el interior del estuario de un río, el Río Magdalena. En cuanto a su prisión hay que decir que es importante, cuatrocientos presos y cien vigilantes. Ha sido organizada como cualquier prisión de Europa….»

«Papillón», había trazado mal su fuga; lo intento en nueve ocasiones, tras purgar cadena perpetua en la Guyana francesa e Isla del Diablo durante 13 años. En cautiverio fue tratado inhumanamente por su alta peligrosidad, factores tomados de primera mano en la narración que este malhechor de origen francés hace de las penurias de los demás presos en estas colonias: celdas de castigo y aventuras por conseguir la libertad que recrea en cada párrafo su obra cumbre.

LOS PRIMEROS EN ESCAPAR
Estas penitenciarías a pesar de contar con un fuerte dispositivo de seguridad, vigilancia las 24 horas del día y relevos selectivos, tenían una gran debilidad: la existencia de una vía marítima cercana. Con anterioridad a Charriere, existieron muchos convictos que escaparon por allí y terminaron recapturados en las regiones de la Guajira, el Magdalena y el Atlántico.

En cuanto a estas fugas masivas, la primera de la que se tiene noticia ocurrió a comienzos de 1.933i. El diario local confirmaba en primera página que los 14 detenidos cerca al municipio de Puerto Colombia, eran prófugos de Cayena. Según investigaciones del Director del Cuerpo de la Policía Departamental, los reclusos fueron apresados en inmediaciones del faro que todavía existe, «Morro Hermoso». Al ser descubiertos, mintieron diciendo que habían sido víctimas de un naufragio. La goleta en que viajaban de Kingston para Curazao habría sido, según sus palabras, destrozada por el mar. Los arrastraron hasta el denominado «Rastrillo» de la Departamental.

Resultaron ser nueve franceses, cuatro italianos y un árabe. Sus oficios según dijeron: herreros, carpinteros, mecánicos, etc. Inmediatamente el cuerpo consular francés fue puesto al tanto por las autoridades holandesas. El escape de once presos del penal francés Cayena fue relacionado con la detencion de los hombres. La mayoría, al momento de su captura carecían de papeles de identidad. Solamente un italiano, Pettini Bernardo Prieto, recobró su libertad al confirmar con documentación en regla ante la legación de Bogotá y el cónsul de Italia, que era un ciudadano de bien. Los controles de seguridad local de la época conocían la ruta de estos prófugos de la justicia que, por las condiciones que brindaba la rada de Sabanilla, aseguraban la entrada en horas nocturnas por estos lugares solitarios.

Una vez apresados, los extranjeros elevaron una petición muy interesante ante el Ministerio de Gobierno: se brindaron defender la soberanía colombiana en aquellos momentos de guerra con el vecino Perú, si los incorporaban a la Armada Colombiana o al Ejercito Nacional. En muchas de estas detenciones, los sospechosos argumentaban su estadía con el propósito de solicitar ocupaciones generales en los trabajos del Canal de Panamá.

En los meses siguientes otros seis franceses fueron capturados en iguales circunstancias y separados por seguridad. Sus tatuajes de arabescos, figuras de mujer y otros mensajes corporales daban la alerta inmediata. Eso despertaba en seguida sospechas sobre su condición de prófugos de un lugar concreto: ¿Cayena? ¿Isla del Diablo?

PAPILLÓN EN BARRANQUILLA
Cuando Papillón llegó a la Ochenta, los días no fueron suficientes para diseñar su habitual fuga; el uso de dinamita para derribar las paredes contiguas a la calle, serruchar los barrotes de la celda o el levantamiento de lozas para hacer túneles, fueron sólo algunas de las estrategias que utilizó Charriere para escapar en esta ciudad. Se le acusó de entrar y salir del penal con ayuda de varios vigilantes, de asaltar los bancos locales y de pernoctar en el Barrio Abajo.

La ultima fuga de Papillón en esta ciudad ocurrió antes de su traslado a la Isla del Diablo. En esa ocasión logró superar las altísimas murallas de la cárcel, pero la buena suerte no le sonrió y al saltar se lesionó una de sus rodillas. Este hecho sumado al nulo conocimiento de la ciudad, lo llevó de nuevo al penal. En su testimonio escrito, Charriere deja un gran recuerdo por muchos amigos que le ayudaron en esta ciudad, uno de los personajes de su Best Seller fue la legendaria «Nana, la Francesa», para muchos su amante en el reclusorio, y Anni la mujer de Joseph Dega, únicas visitas que recibía a menudo en la «Ochenta»

YENI MAESKI
Para muchos, el gran amor de Papillón en Barranquilla fue identificado en su obra como «Nana, la Francesa», mencionada insistentemente en la redacción de sus aventuras, «La francesa» fue una de las pioneras en pleno centro del famoso Barrio Chino, en los negocios de Vida Alegre en la arenosa. Propietaria de uno de los mejores griles del barrio de tolerancia, hizo parte del deleite colectivo de marineros y jóvenes barranquilleros que ejercían sus relaciones íntimas con las muchachas de «El Cubano», «La Gaby», «El Danubio Azul», etc.

Yeni Maeski de origen Rumano, recibió varios apodos tales como «La Polaca», «Lili», «Jenni», «Nana» «La Francesa» y quizás uno de los personajes de la Casa Grande. Se le abona además, ser la compañera de cuarto de Papillón en su paso por esta ciudad. La historia de la tolerancia de esta ciudad la recuerda como el personaje legendario del Barrio Chino que con su popularidad administró muchos cafetines y bares. Con el correr de sus años esta zona se convierte en barrio residencia y el negocio decae y comienza a vivir de la caridad pública en el Barrio Montes. El personaje de la novela de aventuras de Charriere muere solo y abandonado de todo el mundo en un sardinel de la carrera 26 entre las calles 39 y 40, a la edad de noventa años en 1979.

PAPILLÓN SALE POR PUERTO COLOMBIA

Faltando varios días para su deportación y trasladado nuevamente a la Isla del Diablo, Henri Charriere encabeza la lista de fichados por las autoridades barranquilleras para los requerimientos legales de su traslado. Identificado con la placa número 151, le seguían los compañeros de celda por varios meses:
Jules Lefebvre (152), Eugene Caignault (143), Jean Duvernay (144), Germain Foliton (145), Emile Giraud (146), Rieuf Constant (147), Maurice Le Roux (148), Camille Dubois (149) y Jean Pitiot (150). El número con el que estaba identificado Papillón en la penitenciaria “Isla del Diablo” era el 51.367 y, en su estadía en esta ciudad, hizo llamarse Canivari.

Por intermedio del ministerio de Relaciones Exteriores, en acuerdo con la Legación de Francia en Bogotá, resolvieron el embarque de los prófugos de Cayena, con destino a las prisiones de la Isla del Diablo. Cumpliendo los requerimientos para su salida del país, Papillón y su grupo fueron trasladados de Barranquilla al Puerto Marítimo de Puerto Colombia en medio de fuertes medidas de seguridad y bajo la supervisión de la comandancia local. Los prófugos fueron conducidos en el coche celular de la Policía Departamental en la mañana del 19 de mayo de 1.935 y posteriormente embarcados en un vaporcito del servicio de vapores llamado «Mana», embarcación fletada por la administración de Penales de Francia.

A medida que bajaban, Henri Charriere, Papillón, se despedía de esta zona del caribe, cansado y bastante golpeado en su rodilla como consecuencia de su último intento de fuga de la cárcel de Obando pocos días atrás. Uno de sus compañeros lo ayudó a bajar la escalerilla que lo llevaría al fondo del vapor para luego, junto a los demás, ser sometido a las ataduras de una pesada cadena de fuertes eslabones, asegurada con unos grilletes en sus pies como pasador. Más tarde los hombres desembarcaron nuevamente en la «Guillotina Seca» como le llamaban ellos a esta zona presidiaria. Desnudos, amarrados y hacinados a la setina del vapor, Papillón cerraba un capítulo más, de su fugaz historia en la Ochenta del Barrio Abajo. Con su célebre frase «“Vivir libre o morir» Papillon dejó de existir en la mañana del 29 de Julio de 1.973 a la edad de 66 años el ex convicto francés Henri Charriere, muere en la clínica privada madrileña “Covesa” a causa de un cáncer de garganta. Vivió por más de treinta años en Caracas, se ocupó de administrar su propio bar restaurante, se caso y tuvo una gran familia. Sus últimos años los vivió en la Costa Sur de España