DESDE LA DIASPORA
El Día que inauguraron el “Apolo”

Aprovechando la inauguración del teatro Apolo
el escritor José Nieto nos recrea de manera ficcionada
como pudo ser ese día en la vida de sus fundadores.


POR José Nieto Ibáñez
Lic. En Historia - Univ.de la Habana.CUBA

 

Fachada del teatro

















Fachada del teatro

















Fachada del teatro

















Fachada del teatro


El Teatro Apolo,con una arquitectura que fue orgullo de los barranquilleros,desde el 28 de junio de 1930-fecha de su apertura-hasta 1945,cuando sobre su misma estructura se construyó el nuevo Teatro Metro, era : (…) “un edificio de mampostería y terraza de concreto,con techos de asbesto…” (…) “situado en la acera oriental de la calle de Caracas,formando esquina en la banda sur de la carrera del Topacio y en la septentrional con la carrera de la Primavera…"

En cuanto a sus medidas y linderos : (…) “por el norte mide 82 metros,carrera del Topacio en medio,con predio de José María Amaya,Agustín Rodríguez y otros; por el sur 80 metros,carrera de la Primavera en medio,predios de Georg Strauss ,Juan Carpio y otros; por el este 64 metros,calle de Buenavista en medio,predios de Alejandro Cuadrado,Tomasa Sánchez,Candelaria de León de Lara y otros; por el oeste 72 metros,calle de Caracas en medio,con predio de Alberto Marulanda,bocacalle de la Avenida Colombia y predio que es o fue de Fernando Fonnegra…

Por lo demás,sabemos que el Teatro fue administrado durante un año por la compañía “Cine-Bolívar S.A.”,cuyo director en Barranquilla era el señor Jorge Isaza.Luego,por desavenencias mutuas,como manifestación de la crísis que se vivía por esos años,se produjo un acercamiento con la Paramount la cual se comprometió a suministrarle al doctor Osorio,las mejores películas de su enorme repertorio. El Teatro Apolo estaba equipado con 910 butacas de platea,492 sillas de Viena para los palcos, 300 sillas de madera hechas aquí para la galería, un telón de terciopelo con bordados de oro traído de Italia y muchas otras cosas más,largas de enumerar.

La Ficción

El sábado 28 de junio de 1930, Don Alberto Osorio se levantó a la misma hora de siempre:las cuatro de la madrugada. Se dirigió a la cocina de su hermosa y amplia casa situada en el barrio de El Prado: (…) “ en la acera meridional de la Avenida Colombia formando esquina en la acera occidental de la calle Siete de Agosto y en la acera oriental de la calle 1A de El Prado; y se puso a preparar su café. De allí pasó a la sala y, sin encender ninguna luz, comenzó a tomar a sorbos su amargo estimulante.

Don Alberto Osorio, para la fecha ya había cumplido 63 años de edad y tenía una larga y rica experiencia, pues como político acumulaba el haber sido el primer Secretario General del Departamento en 1905, Gobernador encargado en 1907, primer Gobernador del Departamento de Barranquilla a partir del primero de octubre de 1908, para llegar a ser después Gobernador titular.

Y en la actividad privada, pues,había sido cofundador de la Cervecería Barranquilla, siendo además un importante ganadero y empresario. De manera que en esa madrugada se sentía contento por el hecho de que ese día se iniciaría en un nuevo tipo de negocio: un hermoso teatro para proyectar películas y otros espectáculos de variedades que, seguro estaba, sería de gran provecho para la ciudad.

Su esposa, doña Eugenia Ucrós, soledeña como él, aunque cuatro años más joven; se levantó a ordenarle el desayuno con la empleada del servicio, pues sabía que para las cinco su marido ya estaría completamente vestido y a la espera del periódico, el cual casi siempre llegaba a las seis y, era ya una costumbre el observar cómo lo introducían por debajo de la puerta principal.

Doña Eugenia ya vestida provisionalmente, se sentó en uno de los tres sillones de cuero que adornaban una de las salas y esperó a que su esposo, tal como era habitual, le pasara la sección de “Vida Social” de La Prensa, que era lo único que a ella le interesaba leer.

Don Alberto miró la primera página y vio un enorme titular que decía: EL DOCTOR OLAYA HERRERA PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA EN EL PERIODO 1930-1934. Y continuó leyendo:

“El Acto solemne que realizó ayer el gran Consejo Electoral contribuirá poderosamente a normalizar la vida del País en todos sus órdenes. -El Doctor Olaya Herrera va a gobernar con todas las capacidades del País y no habrá vencedores ni vencidos.- Los únicos vencidos serán quienes sin méritos ni virtudes venían usufructuando en beneficio personal los honores del gobierno y los gajes del presupuesto…”

Apenas concluyó el último párrafo se quitó, haciendo un gesto como de fastidio, sus recién estrenadas gafas de leer y le dijo a su mujer:...“hoy no tengo ganas de saber de la política…”

- Por qué? le preguntó su esposa.

- Lo que pasa es que me encuentro muy nervioso por el acto de esta noche.

- Me lo puedo suponer-le dijo.

- Y pensar que tenemos que esperar todo el resto del día.

- Eso pasará pronto.

- Debí acudir al ensayo de ayer…le expresó don Alberto.

- A propósito, aquí en la sección de “sociales” hay una pequeña nota al respecto. Quieres que te la lea?

- Por supuesto que sí.!Léela!

De inmediato, doña Eugenia, con su voz un tanto melodiosa inició la lectura:

… “Anoche fuimos invitados galantemente a la exhibición de algunas películas sonoras en el bellísimo Teatro “Apolo”. La acústica del “Apolo” es admirable. La amplia sala se llena de sonoridad y las partes de la película en donde la orquesta va a la sordina, son escuchadas por el espectador que se encuentre en la localidad más apartada del escenario. “La película escogida para esta noche es “La Máscara de Hierro”.

“Nada tenemos que agregar a la factura de esta película, pues Douglas Fairbanks es bien conocido de nuestro público por sus increíbles interpretaciones de “El Ladrón de Bagdad”, “El Gaucho” y otras más en que el peliculero pone a contribución la elasticidad de sus músculos; sus poderosos jarretes. “Agradecemos debidamente la invitación que se nos hizo para presenciar el ensayo…”

-Debí haber ido-musitó-don Alberto.

-Pero,acuérdate que nolo hicistes porque preferiste ir al Colombia.

-Sí,así es.Por cierto que rodaron “Contrabando Amarillo” con nadie menos que Leo Maloney, el famoso e intrépido vaquero del oeste.

-Entonces, no tienes de qué quejarte.

-Sin embargo, hubiese preferido ver “Un Americano en París” que venía acompañada con un acto de variedades de la Compañía “Arniches”.

-Y por qué no fuistes ?

-Porque era en el Salón de las Quintas y ya sabes que no me gusta ir allí, por aquello de que tienes que sentarte en gradas de concreto y eso, a mi edad,no es muy saludable.

De inmediato, don Alberto preguntó a su mujer:

-Y qué otras cositas tenemos de la “Vida Social” ?

-Bueno -se dispuso a contestarle doña Eugenia- la velada de anoche en el colegio “Gabriela Mistral” en honor a Teresa de la Parra, la novelista venezolana y la tertulia de esta noche con ella misma en el Country Club a la cual no podremos asistir, por obvias razones. Por último, las Bodas de Plata que celebran hoy el señor Don Luis Felipe de Castro…

- El Capitán ?

- Sí, el mismo,junto a su señora Celia de de Castro.

- Y…cómo estamos con los cumpleaños ?

- Pues, escucha esto. En el día de hoy, en lo que se refiere a las señoritas están cumpliendo: Ana D Benedetti y Margot Pereira.

- Y las señoras ?

- En cuanto a ellas tenemos a: Carmen de la Espriella de Arocha y Virginia de Abello.Además, para mañana estará de cumpleaños nadie menos que doña Ignacia de la Peña de Posada…

Después de desayunar, don Alberto decidió salir a caminar para matar el tiempo de la mañana y parte de la tarde. Tomó rumbo hacia el este, bajando por la carrera del Rosario hasta llegar a la calle de las Flores. De allí se desvió en dirección al sur, hasta el Parque Centenario en donde se encontró con un grupo de italianos entre los cuales se hallaba don Francisco Fiorillo quien vivía al frente, en la acera oriental de la calle Caldas y quien formaba parte del grupo de conversadores del parque, entre los cuales se hallaban : don Nicolás del Vecchio, don Arturo Arbini, uno de los hermanos Moscarella, el señor D’Amato, don Miguel Caiaffa, y otros, tratando temas de diversa índole. Pero, cuando vieron llegar a don Alberto, cosa que no era muy habitual, se interesaron todos por lo que habría de ocurrir en las horas de la noche: la inauguración del Teatro “Apolo”.

Don Alberto les explicó acerca de pormenores que tenían preparados con el fin de garantizar el éxito del estreno. Sin embargo, se percató de que la mayoría de sus contertulios sólo estaban a la espera de que don Vicente Apicella abriera su famosa tienda para poder libar los acostumbrados licores sabatinos. Sólo don Francisco le acompañó unos minutos más en el parque, pero cuando don Alberto vio que se acercaba la banda encargada de la retreta a realizarse en esa fresca tarde, prefirió despedirse y se encaminó hacia la Heladería Americana de la calle de San Blas, no sólo para degustar un delicioso helado, sino para matar aún más el tiempo.

Ya de tardecita, regresó a su casa, tomó un baño y se dedicó a llamar por teléfono a sus amigos para recordarles que los esperaba en el Apolo.

Los empleados de la casa estuvieron ese día más atentos que de costumbre, y hasta le brillaron el automóvil que él, a última hora decidió dejar en el garage, pues le pareció ridículo subir en él para recorrer sólo una cuadra desde allí al Teatro.

Minutos antes de salir, miró a su mujer, ya hermosamente ataviada, y empezó a recordar los momentos felices pasados al lado de ella, desde aquella mañana del 9 de febrero de 1899 en que decidieran casarse, teniendo como escenario la Parroquia de San Antonio de Padua de Soledad. Para entonces era él un joven de 31 años y ella una muchacha de 27. Evocó también a sus padres, Juan Osorio Pascuales y Buenaventura Donado. Y…por supuesto, a sus inolvidables suegros, José Miguel Ucrós y Eugenia Alcázar.

Al salir, tomados del brazo, pudieron observar a lo lejos, un enorme cartel que decía: “La Máscara de Hierro”, primera película parlante en el “Apolo”. Y, sobre ese mismo afiche, muy iluminado,una escena en donde el protagonista principal, Douglas Fairbanks podía verse en el momento de ejecutar un peligroso y atrevido salto desde un árbol hacia una ventana.

Ya, cuando se encontraban a pocos metros del Teatro, vieron a un grupo de personas impecablemente vestidas pero, la emoción llegó a la cúspide de sus sentimientos al ver que sus 9 hijos habían conformado una especie de guardia de honor para recibirlos, colocándose alternativamente uno a cada lado, encabezando la misma el primogénito Carlos Alberto, continuando con Olimpia, Mercedes Susana, Victoria Eugenia,Beatriz, Armando,Osvaldo, Gustavo Arturo y Alberto Ricardo.

Cuando apagaron las luces del teatro ya completamente lleno, don Alberto lloró en silencio, sin imaginar siquiera que 8 años más tarde él no estaría más entre los suyos, pues,en verdad, el primero de junio de 1938, don Alberto Reinero Osorio hubo de ser sepultado. Había alcanzado los 71 años de edad. Su teatro:el majestuoso “APOLO” le sobrevivió 7 más.

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