PERFIL

DE ESPALDA A LA REALIDAD


Por JUAN CAMILO SIERRA
[Especial para EL TIEMPO]

No hay crítica de arte en Colombia. La hubo y murió. Y es grave; porque la labor de la crítica, puente entre el arte y él público, es necesaria para una lectura de la realidad propuesta por quienes se dedican al oficio de las bellas artes. ¿Y que es la critica de arte? se preguntaran muchos lectores. Un genero ejercido por filósofos, historiadores, periodistas, profesores, poetas, literatos que teoriza sobre la producción artística y la difunde, a la vez que la inserta en un orden racional.

Un oficio con el que se analiza y se valora la obra de arte, teniendo en cuenta el contexto en el que ha sido creada, su forma, la trayectoria de su creador, entre otros puntos. Y esto de que no haya critica de arte, que además se extiende a toda América Latina, nos lleva como lo dijera Octavio Paz, a necesitar la bendición de Nueva York, Londres o París para que una obra o artista latinoamericano sea considerado entre nosotros. Es decir, caemos en el error de no ser nosotros mismos quienes hacemos la lectura de nuestra propia realidad, desconociendo nuestros parámetros propios al medirnos con raseros que pertenecen a otras culturas.

Por supuesto son varios los factores que generan el hecho de que no haya crítica. El más grave pienso, la falta de seriedad y de criterio entre quienes se dedican a escribir sobre arte, es decir una confusión entre lo que el Argentino Fermín Fevre llamo la actitud critica (una opinión general) y el pensamiento critico (un análisis objetivo); otro, como bien lo menciona en su columna de despedida de la revista Semana, Eduardo Serrano Rueda, el hecho de que personas que trabajan en museos y entidades vinculadas en el arte, en vez de invertir su tiempo en el trabajo de investigación y promoción que esto implica, se dedican a publicar criticas, con una opinión, sino sesgada, al menos limitada por el uniforme que visten a diario.

También esta el problema de los medios: prensa escrita, radio y televisión, para quienes la critica de artes plásticas, piensan sus ejecutivos de ventas, no genera pauta comercial, motivo por el cual, en cambio de editar paginas culturales, optaron por una mezcla de farándula, entretenimiento, pasatiempos y arte, creando una confusión en la que el mayor perjudicado es el lector, los espectadores, el publico en general.

Con la excepción de las pocas columnas que publican algunos medios (que tampoco suman lo que llamamos un pensamiento critico), podemos decir que en Colombia, si de critica se trata, solo existe la de fútbol. Y, en referencia al campo de las artes plásticas, es necesario que esto cambie. Para que por ejemplo, las polémicas sobre lo que producen nuestros artistas no se queden en los escritos de una alcaldía y puedan ir mas allá, hasta un publico que adquiera, por medio de la critica, información que le permita hacer evaluaciones bajo sus propios criterios.

Para que otros críticos contesten y haya un espacio de discusión que nos permita confrontar opiniones, sin la inconsistencia intelectual que nos caracteriza en esta época de periodismo light, como se ha dado llamar una profesión de chismes ligeros disfrazados de información.

Para pasar de la actitud critica como un conjunto de opiniones escrito o difundido pensando en lo que le gusta al lector de este o aquel medio, de esta o aquella sección, a un pensamiento sistemático, aplicable. Para que la critica sea algo mas que los comentarios de aficionados al arte.

Para que el critico como creador, a partir de un lenguaje propuesto por los artistas, tenga derecho a la interpretación en un acto personal (por eso sus columnas deben ir firmadas), sin reflejar necesariamente la opinión del medio que lo publica.

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