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Pacho Galán, a la gloria universal

De Soledad y Barranquilla a ritmo de merecumbé.

Por: © JAIRO SOLANO ALONSO / RAFAEL BASSI LABARRERA
Tomado de EL HERALDO

Hay músicos de leyenda que forjaron su gloria componiendo bellas melodías a su tierra, a su río y a su mar, siempre buscando brindar felicidad a su pueblo y si el goce estético era suficiente, la grandeza de sus canciones alcanzaba para que la gente de todos los confines del Caribe y del mundo también disfrutaran. Ese era el caso de nuestro gran Pacho Galán que a pesar del éxito internacional de su ritmo del merecumbé jamás intentó alejarse del ethos de su entorno y aunque era consciente de su calidad y la aceptación de su orquesta, siempre quiso vivir y morir bajo el mismo cielo que alumbró su nacimiento.

Pacho Galán alcanzó su gloria llevando al pentagrama la gracia de las mujeres de su tierra y plasmando en ritmo y melodía sucesos sencillos del acontecer cotidiano. Quizás impresionado por el movimiento de caderas una morena en alguna esquina de Barranquilla o Soledad exclamó: ‘¡Ay Cosita linda, Mamá!’ Ese piropo furtivo del músico ante la ensoñación de un cuerpo, se volvió universal en tantas voces y orquestas de suerte que hicieron del gran músico soledeño una celebridad, sin conmover fibra alguna de su modestia.

Pacho prefirió saborear en los labios de su amada la sal de sus mares cercanos, quizás aludía a Pradomar, por ello su tema ‘Boquita Salá’ contiene el sabor sensual de su Caribe. Y es que para Pacho era más importante quizás adornar un tema cotidiano e intrascendente con una música universal para formato orquestal. Solo así se entienden títulos como ‘El Brazalete’, ‘Cara Sucia’, ‘El Sapo’, ‘Nakamura’, y muchos otros coros inspirados en una anécdota que eran un pretexto para un profundo arreglo instrumental.

Se podría decir que ‘El Rey del Merecumbé’ tenía su musa pendiente del aire perfumado de sus calles florecidas de jazmines y jacintos y lluvia de oro, de las guayabas y corozos de la tierra y de los veranos de fuego que quemaban a sus gentes cobrizas laboriosas y alegres. De todo este universo obtenía la fórmula contra la tristeza y el bálsamo para combatir la melancolía que sabiamente vertía en ritmo y melodía para que fueran bailadas en verbenas, fiestas patronales y carnavales. Ahora, a menudo sus obras reinaban en todo el Caribe y de allí se proyectaban a un mundo ávido de emociones y sonoridades. Es claro que componía para los suyos con saxos febriles y trompetas jubilosas. Con la clarividencia de sus arreglos musicales solo podemos decir, que tanto deleite solo podría conjugarse en un hombre sencillo, intérprete cabal de una época en que todavía sus coterráneos eufóricos fabricaban sus sueños en esquinas tranquilas en veladas sencillas y su utopías aún intactas, surcaban las mentes de coterráneos que anhelaban la llegada de diciembre para desde el 8 ingresar al pasadizo de goce que culminaría el Miércoles de Ceniza.

Imposible abarcar la obra musical de Francisco Galán en pocas cuartillas, solo hay que decir que legó a la posteridad de uno de los más ricos repertorios de la historia musical colombiana, su obra es una resistencia contra la mediocridad y la desesperanza que se apoderaron de nuestra música al compás de la crisis económica de la ciudad que se convirtió en un bazar de informalidad después de haber sido protagonista del ingreso de la modernidad en el país. Las orquestas como el optimismo y el buen gusto estaban heridas irremediablemente y la orquesta aún pervive como símbolo de mejores tiempos por venir para Barranquilla, Soledad y el Atlántico.

Para cerrar queremos invitar a la radio, prensa, organismos culturales y empresas locales a tributar honores al gran músico soledeño en el centenario de su natalicio.

Hola, Soledad
Pero observemos su periplo vital. El nacimiento de Pacho Galán el 3 de octubre de 1906 coincide con el auge económico y cultural de Barranquilla. Para entonces los municipios del Atlántico como Soledad ostentaban una digna y frugal existencia, lejos de las servidumbres políticas del presente. Tenía el pueblo una fuerte expresión folclórica representada por las cumbiambas que con sus velas adornaban la noche de San Antonio al lado de bolas de candela, vara de premio y mesas repletas de butifarra con bollo de yuca. En carnavales se disfrutaba de los disfraces y comedias de Carnaval y en sus fastos florecía la décima y la copla fácil para expresar alegrías y pesares. Muere el maestro el 20 de julio de 1988 en el momento más gris de la Arenosa y Soledad, agobiadas por el extravío de sus dirigentes que la sumieron en el atraso por privilegiar el turbio interés privado sobre el público. Auge y declive que vivió Pacho en su música y en su propio ser.

Su vida musical comenzó a los quince años, según el testimonio de su hijo el trompetista Armando Galán, profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico y hoy director de la Orquesta.

Sus padres de clase media soledeña al comprender la vocación irrevocable del joven confían al músico soledeño Pedro Rolong la formación en varios instrumentos y Pacho elige la trompeta. Integró inicialmente la orquesta Pájaro Azul de su maestro y después pasó a la Orquesta Departamental de Barranquilla.

Una vez se hizo conocer como intérprete del instrumento fue invitado por el maestro romano Pedro Biava para formar parte de la Orquesta Filarmónica de Barranquilla. Posteriormente Biava lo lleva a la Orquesta Sosa donde lo encontramos hacia 1938 con los mejores músicos de la ciudad, entre ellos el italiano Guido Perla y otro grande Antonio María Peñalosa. Más adelante el italiano Perla lo invitó a integrar la Emisora Atlántico Jazz Band, allí mostró las destrezas de Director y arreglista que lo caracterizarían toda su vida y condujo esta gran orquesta en la época en que los radioteatros exigían mentes rápidas para el trabajo cotidiano.

Ay, cosita linda
Una vez terminó estos compromisos el incansable músico soledeño siguió a la Orquesta que dirigía Tito Zabala, llamada Almendra Tropical. Para esa época, mediados de los años 50, si bien existían casas disqueras en la costa como Discos Tropical y Discos Fuentes, en trance de mudarse a Medellín, y otros sellos menores, la capital de la montaña empieza a perfilarse como un centro de la industria discográfica por ello un intérprete cotizado como Pacho conocedor del pentagrama fue invitado a tocar en el sello Sonolux, allí habría de tocar con el maestro cienaguero Ramón Ropaín, Luis Uribe Bueno, Lucho Bermúdez, Juancho Vargas y otros y es cuando nace el tema fundacional del merecumbé ‘Cosita Linda’ grabado inicialmente en 1955. No obstante según el propio testimonio de Pacho en aquella ocasión la pieza fue interpretada en ritmo de porro tradicional y el bajo no logró la síncopa caribeña que quería el maestro y menos la percusión interpretada por un panameño. Esta falta de adaptación de los músicos que no captaban el nuevo lenguaje propuesto por Galán hizo que la versión fuera el pálido reflejo del ritmo que empezaba a forjarse en la mente del soledeño y que era una fusión entre cumbia y merengue lo que exigía que las congas y los timbales sonasen diferente.

Pero como todo cambio revolucionario en el arte y en la ciencia tiene que esperar el momento justo y adecuado, al no ser comprendido en el interior, y sin capitular ante la parsimonia andina, Pacho decide volver a su tierra y empieza a trabajar con la orquesta de Lucho Rodríguez Moreno. Allí llegó Pacho inicialmente como tercera trompeta.

Con un nuevo traje percutivo resurge el merecumbé y solo entonces se toma primero el Caribe y después el mundo con una nuevo ‘Cosita Linda’, que alcanzó versiones de músicos de todo el mundo: Carlos Argentino con la Sonora Matancera, Nat King Cole, José Fajardo, Chucho Sanoja, Ralph Font, Los Jóvenes del Cayo...

Pero surgirían también Merecumbé en Cartagena, El Monito, El Bombón y Ay que rico amor que se tomaron los carnavales de 1956 y lanzaron a la orquesta de Pacho Galán a la cima de popularidad. Más adelante vendría Merecumbé en Saxofón, Merecumbé en Bogotá, Noches de Caracas y muchos más ligados a la historia de la noche festiva.

Si bien Pacho Galán alcanzó reconocimiento universal con el merecumbé, en su edad madura, cercano a los cincuenta años, ya tenía un sitial a nivel regional avalado por más de veinticinco años como músico profesional de primera línea uno de los paladines que enfrentaron con resolución y alternativas propias a la avalancha de música antillana de su tiempo entre ellos el mambo y el cha cha cha. Muchos músicos coinciden en señalar al merecumbé ‘Tico Noguera’ como el mejor merecumbé de todos los tiempos.

Además del merecumbé, el incansable y fecundo compositor soledeño creó otros ritmos bailables como el chiquichá, el tuqui-tuqui y el mece-mece. Es memorable el tema ‘Chiquicha del Amor’...

Al genio de Pacho Galán se deben las transcripciones y arreglos más memorables de la mayoría de los porros, guarachas, cumbias y boleros que alcanzaron estructura orquestal en su época de oro, su sapiencia en los arreglos de los que se beneficiaron orquestas como la Billos Caracas Boys, Eduardo Armani, Los Melódicos quizás se debe a la impronta pedagógica del maestro Pedro Biava, con quien el maestro soledeño aprendió las técnicas de armonía que le permitieron convertirse en el orquestador predilecto de los jóvenes compositores costeños de la época.