Barranquilla:
La Ellis Island de Colombia

Por: Jacqueline Donado - [Nueva York]
Tomado de: el diario/LA PRENSA
[Nueva York]


La gran diversidad étnica en la Colombia de la época contemporánea se debe al torrente de inmigrantes europeos y árabes que, huyendo de las persecuciones y las guerras, entraron al país en las cuatro primeras décadas del 1900, convirtiendo a esa nación en la Ellis Island de América del Sur.

Las oleadas de los primeros extranjeros se hicieron sentir a inicios de 1900, cuando los puertos marítimos y el gobierno colombiano tenían programas especiales para aceptar a inmigrantes europeos profesionales en la química e ingeniería, o diestros en las artes de la panadería, sastres y forjadores del hierro.

Se desconocen las cifras exactas de los inmigrantes a Colombia de principios del siglo pasado, pero su influencia se aprecia en los rasgos físicos, ancestros, costumbres, idiomas y tradiciones de millones de colombianos que han asimilado el impacto migratorio que sufrió el país.

Se habla de que en Colombia los adelantos de la ciencia, el primer cine, el telégrafo, la aviación, el correo, las urbanizaciones arquitectónicas o la radiodifusión, nacieron en Barranquilla, impulsadas por extranjeros que llevaron sus conocimientos o contactos con el resto del mundo a una nación que empezaba a florecer en el comercio con las importaciones de café y otros productos agrícolas.

Leyes migratorias

Los orígenes del ideal inmigracionista se remontan al voto, en 1823, de una ley por el Congreso de Cúcuta, fijando las condiciones de la naturalización, en particular agricultores y artesanos, previendo la atribución de dos a tres millones de fanegadas de tierras baldías para su explotación por colonos extranjeros, indica el investigador Frédéric Martínez, del Institut Français d’Etudes Andines de Santafé de Bogotá, en un estudio publicado por el Banco de la República de Colombia.

Las entradas del país, especialmente los puertos del Caribe colombiano, se fueron acondicionado por juntas encargadas de ayudar a los extranjeros, especialmente a los europeos pobres deseosos de instalarse en la nación y, según Martínez, “hallarles un lugar de instalación en el interior del país”.

Las juntas de Santa Marta y Barranquilla son a finales de 1800 las más activas, pero las altas esferas del gobierno nacional impulsaban a nivel diplomático canjes de tierras por inmigrantes europeos, especialmente de Francia, España e Italia: de origen latino y que profesaban la misma religión.

Los primeros pobladores de ascendencia árabe llegaron a Colombia con la intención de ‘hacer las Américas’, el equivalente al Sueño Americano de millones de inmigrantes en los Estados Unidos.

El patrón migratorio de los árabes se definió desde un principio: aquellos oriundos del Líbano o Siria se asentaron en las ciudades, y los beduinos o nómadas se fueron para los campos de la Costa Atlántica, como es el caso de Carlos María Julio, radicado actualmente en Barranquilla, cuya niñez se desarrolló en Salamina, Magdalena.

    “Llegué muy pequeño, desde Palestina. Mi familia se fue para el departamento del Magdalena y no recuerdo mucho de mis antepasados, nunca más los volvimos a ver”, dice María Julio.

En los años de 1900, los puertos colombianos eran la mejor opción para las navieras. Se trataba de puertos neutrales en los conflictos bélicos del Caribe, y ofrecían una garantía a los recién llegados.

El sociólogo Dino Manco Bermúdez, al analizar la influencia de Abraham Zacarías Lopez-Penha, plantea que algunos cronistas habían dado a Barranquilla el calificativo de ciudad netamente fenicia, y un filón de riqueza que los inmigrantes ayudaron a fomentar.

    “Aunque no le guste a muchos historiadores, el caudal de extranjeros profesionales impulsó el desarrollo de Colombia, especialmente de Barranquilla, ciudad que se convirtió en pionera ‘en todo’, concluye Manco Bermúdez. Por eso se le bautizó como la Puerta de Oro de Colombia”.



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