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EL EFECTO MARIHUANA
Los marihuaneros son legión. ya no se trata de los criminales ni de los hippies de otra época. Cuentan con trabajos estables, se han convertido en padres de familia y en ocasiones han tenido en sus manos el destino del país. El gobierno quiere penalizar su consumo y los más liberales alzan la voz, mientras tanto, la presencia de la eterna cannabis es cada vez más cotidiana en perfumes, series de televisión y hasta en una marca de ropa.


Tomado de REVISTA DON JUAN

El señor Viernes, un perro pekinés, mascota de tato, entra en la sala donde estamos. Tato prende la bala (un tubo de acero con forma de cigarrillo y repleto de marihuana) y deja que el humo llene sus pulmones. Agarra al perro, abre su boca y le bota todo el humo. “El Señor Viernes lo disfruta, da vueltas tratando de morderse la cola y después cae dormido”, dice mientras suelta al perro y el animalito sale a correr.

Conocí a Tato una hora antes en El Parque El Virrey, en Bogotá, y lo primero que hizo fue presentarme a su perro: “Éste es El Señor Viernes, mira la cara de marihuanero de este hijueputa”. Tato es vendedor de una multinacional. Su trabajo consiste en visitar de diez a veinte clientes todos los días. No es muy alto. Tiene piel morena y patillas mucho más abajo de los lóbulos de sus orejas. Es costeño y tiene rasgos árabes. Está vestido con una chaqueta cámel y un pantalón negro. Hay un aire de Eric Estrada en su cara. Camina con un aire de elegancia, al igual que su perro. En contraste con el resto de los marihuaneros del Virrey, que a esta hora, 6:23 p. m., salen a fumar en el parque, jugar frisbee y correr de las requisas de la policía, Tato pasa desapercibido. Nunca ha tenido, ni espera, tener contacto con la ley.

El senador Rodrigo Rivera fue ponente de la ley 745 de 2002, que penaliza el consumo de estupefacientes en lugares públicos. Para Rivera, el consumo de la dosis personal no debe ser penalizado, mientras no afecte a terceras personas, como niños: “Cada quien está en su derecho de fumarse su cachito de marihuana, mientras no sea en escuelas o parques. Si el uso de cigarrillos en lugares públicos es restringido, el de estupefacientes también debe serlo”.

Alicia Arango, secretaria privada del presidente Álvaro Uribe, dice que el mandatario “no concibe que un país lleno de sangre, guerrilla y narcotráfico legalice la marihuana. Permitir la dosis personal es permitir la siembra y el cultivo de la marihuana. Es contradictorio en un país donde mueren soldados y policías combatiendo la droga y donde se extraditan narcotraficantes.El Presidente hará una gestión en el Congreso para que se estudie la penalización de la droga”.

Tato vive en un apartamento pequeño, sencillo y ordenado. El Señor Viernes es su única compañía. En la sala está su computador portátil, con varias hojas de Excel de análisis de ventas abiertas. En la mesa de centro hay una caja metálica donde venía el cinturón que tiene puesto y donde guarda un puño de marihuana. Le pregunto qué tipo de marihuana es: “No sé, es regalada.

Cuando tú compras un ladrillo –una bolsa de marihuana de veinte mil pesos– siempre terminas regalando la mitad, ¿o no?”. Tato arma la bala y me la pasa. Antes de prenderla le pregunto por qué usa ese artefacto y no un clásico “porro”. “Soy flojo para armarlos… además no sé dónde puse los cueros [papeles con los que se envuelve la hierba]”. Prendo la bala. Inhalo. Tato fumó por primera vez a los quince años, cuando fue a visitar a un primo en Costa Rica. Fumaron de sábado a sábado. “Si no hubiera probado la bareta mi vida sería diferente. Llevo media vida fumando y no me arrepiento, fue algo bueno.”

Los consumidores de “María” tienen varios medios impresos para aprender y compartir experiencias, entre ellos, High Times (EE.UU.), Red Eye (Inglaterra), Yerba (España) y Cannabis Culture (Nueva Zelanda).

El timbre del apartamento nos desconcentra. Es la mujer con la que Tato está saliendo y no sabe que él fuma. Ya es hora de que sepa. Una vez abre la puerta, el humo de la marihuana sale disparado como una bocanada de aliento. Ella señala con un dedo la caja metálica abierta y le dice a Tato: “¿Estaban fumando marihuana?”. Lo mira con cara de furia. Él empieza a hablarle suavemente y trata de convencerla de que fume un poco. Ella dice que “no”, pero puedo ver el asomo de una sonrisa en su cara. Es hora de irme.

La percepción de la sociedad frente a los consumidores de marihuana ha cambiado. Ya no son los malos de las películas. Cómicos como Dave Chapelle –estrella de la TV estadounidense, protagonista de filmes de Mel Brocks y portada de la revista Esquire en mayo de este año– atribuyen su ingenio y creatividad al consumo regular de marihuana. Para promocionar la segunda temporada de la serie Weeds, el canal HBO puso en diversas publicaciones de Estados Unidos, avisos de páginas con pestañas laterales, que al desprenderlas expiden un intenso olor a marihuana. La serie, que hizo su debut en agosto de 2005, relata la vida de una viuda que empieza a traficar hierba con el fin de salvar su hogar. Weeds ha recibido aplausos de la crítica al mostrar problemas raciales y religiosos de los suburbios por medio del tráfico de marihuana con un toque humorístico, sin restarle la seriedad que se merece. Tanto en esta serie como en la película inglesa del director Nigel Cole, Saving Grace, hay un zoom al ingenio de viudas convertidas a jíbaras por su desesperación económica.

Todos los filmes de esta estirpe siguieron los pasos de las películas de Cheech and Chong, donde por primera vez dos marihuaneros hacen el papel de héroes y la policía asume el rol de los villanos. El movimiento pro marihuana también se ha hecho fuerte en la música. El dúo cubano-americano Cypress Hill tiene referencias a la cultura de la marihuana en canciones como “I want to get High” (Me quiero trabar) y “Hits from the Bong” (Aspiradas del Bong).

La revista estadounidense High Times empezó a circular a mediados de los años setenta. Según Jorge Cervantes, columnista de la revista y autor de varios libros sobre el cultivo de la marihuana casera, la revista tenía un punto de vista radicalmente distinto al del gobierno frente al contrabando de marihuana, las políticas en contra de consumidores y los crecientes paradigmas impulsados por la extrema derecha en contra de los consumidores, a los que veían como “grupos destructores de comunidades”.

Hunter S. Thompson, Truman Capote y Charles Bukowski formaron parte de las plumas que defendieron el consumo de marihuana y atacaron a los contradictores de la revista, que hoy en día tiene una circulación de medio millón de ejemplares mensuales.

La primera vez que fumé marihuana fue con un amigo que siempre tenía porque se la robaba al papá. Era una hierba fuertísima con la que todos terminábamos viendo el salvapantallas de Windows durante dos horas sin modular palabra. Le pregunté a mi amigo si podía entrevistar al papá y me dijo que lo más probable era que dijera que no. Dos semanas después recibí una llamada de su papá. Ese mismo día me invitó a su casa. Edmundo Cote abrió la puerta como siempre la abre cuando visito a su hijo. Tiene una pinta cómodamente elegante; camiseta, chaleco, sudadera y los últimos Nike, todo en negro. Se le disimula una barriga que no va acorde con el resto de su cuerpo flaco. Es el típico personaje que usaría la línea de ropa Hemp Clothing, hecha con cáñamo, una planta de fibra derivada del Cannabis sativa [el nombre científico de la marihuana].

Esta fibra no contiene THC. Las prendas producidas con cáñamo, que a diferencia de la marihuana está permitida en Estados Unidos como cultivo industrial, tienen una contextura más absorbente y duradera que el algodón.

El estudio de Edmundo es acogedor. Tiene una alfombra de lana gruesa que le da un aire de tranquilidad al sitio; home theater, un gran televisor de pantalla plana, además de una inmensa terraza con vista al norte de Bogotá. Gran parte de su trabajo como consultor de una aseguradora lo hace desde acá. Edmundo abre la puerta de la terraza. Entiendo que es hora de fumar marihuana con él. El ambiente entre los dos es tenso. Saca un cigarrillo normal y empieza a desocupar el tabaco. De una cajita metálica de mentas saca marihuana en moños.

–¿Qué tipo de marihuana es esta?
–No tengo ni idea, esta se la compro a un morocho, en el Parque Lourdes.
–Hace mucho tiempo la compra allá?
–Sí, ¿por qué?

Edmundo me mira a los ojos y yo desvío los míos. Edmundo prende el cigarrillo mal armado con un encendedor que tiene impresa la bandera de Inglaterra. Con el primer “plom” devora la mitad. Estamos un buen rato sin decir nada. Edmundo mira su equipo de sonido por varios segundos. Han pasado dos canciones. Sonríe y dice “Parece que han pasado dos horas”. Saca una botella de whisky de su bar. Es un bourbon que trajo desde Estados Unidos. A Edmundo le gusta tomarse uno cada vez que fuma marihuana para evitar que se le seque la boca. Tato toca la guitarra con los ojos cerrados. Desde hace veinte minutos no decimos nada.

Al inhalar el humo producido por la planta Cannabis sativa quemada, una horda de químicos conocidos como cannabinoides entran en mis pulmones y posteriormente en mis arterias. De estos cannabinoides, el tetrahydrocannabinol (THC) es el agente psicoactivo más fuerte. Mis arterias llevan al THC y demás cannabinoides a los órganos de mi cuerpo con mayor flujo sanguíneo (cerebro, hígado, etcétera). Una vez en mi cerebro, los cannabinoides se distribuyen en las áreas neocorticales, límbicas y sensoriales. Los efectos empiezan a aparecer poco a poco. Hay una distorsión del tiempo y el espacio, falta de motricidad, coordinación, atención y memoria de corto plazo.

Toda esta información es cortesía de un anestesiólogo en Cali: el doctor Zúñiga. Le pregunto a Tato qué cosas buenas le ha dejado la marihuana. “Experiencias buenas y malas, y las malas son buenas si aprendes de ellas. Además de eso, tranquilidad, creatividad, ya que miro las cosas desde otro punto de vista. La clave de todo es tener autocontrol, todo se debe manejar a la medida”.

La marihuana está estigmatizada como el paso intermedio hacia otras drogas, pero lo único que comparte la marihuana con otras drogas es que, al igual que el alcohol y el cigarrillo, causa adicción y dependencia.

El uso medicinal de la marihuana tiene un largo camino por recorrer, sin embargo los estudios indican que el cannabis ayuda a disminuir la artritis, el asma, disfunciones del apetito y motrices, hipertensión arterial, insomnio, diversos dolores y la depresión. En Estados Unidos uno de los principales motivos de su legalización para fines medicinales fue para el tratamiento de glaucoma.

Edmundo está acostado en el sofá de su estudio viendo las noticias de las siete. En lo que va de la tarde ha comido tres sándwiches de jamón, queso y mayonesa, una bolsa de chocolates, un queso provolone a la plancha, dos paquetes de papas sabor barbeque y cuatro gaseosas dietéticas. Aunque yo quería fumar en otro sitio, volvimos a la terraza de su casa.

“Un sabio consejo, chino: nunca fume en la calle, así se evita problemas con la policía. Siempre cargue gotas y perfume con usted, para que nadie sepa qué está fumando”. La policía ya no podrá usar el olor como pretexto para detener a consumidores de marihuana.

Boston Based Skin Care, una compañía de productos de belleza, sacó al mercado un perfume con olor a marihuana llamado Fresh Cannabis Santal. Lev Glazman, cofundador de la compañía, asegura que quiso tener una fragancia intoxicante y está seguro de que inspirará a más de un acto ilícito.

En 1993, el ex viceministro de Agricultura, ex constituyente y entonces miembro de la junta directiva del Banco de la República, Carlos Ossa, fue detenido en el aeropuerto Eldorado de Bogotá por portar una dosis pequeña de marihuana oculta en un compartimiento secreto de su maletín de mano. En opinión de Ossa, “el episodio golpeó a mucha gente que peca en privado y acusa en público”. Él nunca negó ser consumidor ocasional de marihuana, lo que le costó tres días en la cárcel distrital y su puesto, porque, según me dijo, “los cargos están por encima de las personas”.

El ex candidato presidencial Carlos Gaviria fue el magistrado ponente de la sentencia que despenalizó el consumo de la dosis personal de marihuana, cocaína y heroína en 1994. “El mensaje que enviamos desde la Corte Constitucional”, me explica, “es que esa sentencia no desea que la gente consuma droga, sino que en un Estado democrático los medios disuasivos deben ser otros.

A una persona no se le puede privar de su libertad por el hecho de que se fume un pucho de marihuana. El Estado democrático debe apelar esa política de salud pública con políticas preventivas y no con la privación de la libertad. He visto con mucha alegría que la percepción ha cambiado, porque los métodos actuales para combatir la droga han cambiado. Incluso las autoridades han variado su posición. Se debe regular el consumo de la droga de la misma manera a como está regulado el consumo del alcohol. Esto no significa que se deba penalizar a la persona que consume, sino que deben establecerse reglas por las cuales las personas puedan consumir tranquilamente. Siendo magistrado, la corte debía elegir un candidato a la contraloría. Se presentó Carlos Ossa y ganó. Como contralor mostró ser una persona muy competente y envió un mensaje: por el hecho de que una persona consuma marihuana, no pueden condenarla a la muerte civil”.

La bonanza marimbera en Colombia empezó en 1972, cuando una serie de personajes de Barranquilla, Santa Marta y La Guajira comenzaron a traficar. Según la Dirección Nacional de Estupefacientes, en este auge se reportaron entre quince mil y veinte mil hectáreas de marihuana sembrada. Hoy existen aproximadamente dos mil hectáreas y todavía se exporta, principalmente por las fronteras de Ecuador y Venezuela. Hay más de ciento cuarenta y seis millones de consumidores en el mundo; 2,3% de la población total.

Para mí, fumar marihuana es cuestión de momentos especiales y no rutinarios. Pasar un buen rato no debe depender de la marihuana, pero reconozco que tengo recuerdos memorables al lado de ella; fumar un porro en un desfile militar, pedirle un toque de marihuana a un ex profesor del colegio en un concierto, trabarme para que me corten el pelo, estar detenido en el baño de un CAI con nueve personas más adentro y, para finalizar, fumarme un porro en el parqueadero del Teatro Colón antes de entrar a ver El barbero de Sevilla.

GLOSARIO
desmoñador: se usa para moler la hierba y facilitar la elaboración del porro.

turro: estado para describir a una persona bajo los efectos de la marihuana.

bong: artefacto que combina la marihuana y el agua.

bala: cilindro de metal usado para fumar grandes bocanadas sin que salga humo.

La marihuana inspiró la creación del perfume Cannabis Santal, además la marca Lucien Pellat-Finet ha posicionado su marca con la inconfundible hoja de ganya.

jíbaro: proveedor de marihuana.

cruzar: mareo producido por la mezcla de alcohol y marihuana.