MUSICA |  INICIO  
  



Joe Arroyo, un cantante social
Síntesis lírica y étnica de un trovador del Caribe Colombiano.
Por JAIRO SOLANO ALONSO
[Tomado de Revista Dominical EL HERALDO]


Cada vez más resulta imperativo abordar la obra de nuestros artistas con criterio académico y en el marco de la historia las ciencias sociales, mucho más cuando su música es festiva e invita a la lúdica búsqueda del júbilo y la alegría. Habitualmente soslayamos el contenido estético de nuestras canciones y mucho más la semántica que acompaña su lírica. Un autor que ha seguido una línea de crítica social en medio de la convocatoria al goce de la fiesta, es nuestro Joe Arroyo, conocido en el mundo por sus aportes al canto étnico donde hace transparente el ancestro afro descendiente de su alma caribeña.

En primer lugar, hay que entender que el acento racial de las canciones del ‘Joe’ surge de lo más auténtico de la entraña popular negra y mulata de Cartagena, que durante tres siglos fue escenario de la introducción de esclavos por parte de los europeos, de suerte que ya a finales del siglo XVIII la costa Caribe presentaba la mayor población negra del Virreinato (25% de la totalidad en el censo de 1778)1, de allí el peso cultural afrocaribe que se expresa en su música, el arte y el folclor. Hoy más del 70% de la población marginal de las ciudades de la región, procede de las mezclas negras, mulatas y mestizos acanelados, tendencia que persiste con algunos matices en toda la costa.

Fue tan determinante el papel de los negros y mulatos que estudiosos como Alfonso Múnera, PhD en historia de la Universidad de Connecticut2, al criticar los silencios y exclusiones del país andino y de las élites del páramo frente al legado africano al país, pone de presente la participación de los mulatos de Getsemaní en el proceso de independencia de 1811, bajo el comando de Pedro Romero y los artesanos del arrabal, e invita a una tarea reconstructiva que incorpore a los negros, mulatos y mestizos; es decir a todos los sectores sociales y culturales en la trama de la historia.

Joe Arroyo, es sin duda un descendiente de esta actitud vital y la ha manifestado en forma elocuente en su música. Ya tuve oportunidad de mostrar en una anterior Revista Dominical3 como el norteamericano Mark Sawyer, investigador de la ‘diáspora negra’4, ha estudiado la lírica de Joe Arroyo para encontrar que este “invita a reescribir la historia negra en su famosa canción ‘La Rebelión’, ya que “ubica conscientemente al cuerpo de la negra azotada por el amo español en un contexto de violencia”, superando el tradicional imaginario que “considera el cuerpo de los negros y negras como objetos de placer y deseo para el consumo”5. Lo que se cuestiona aquí es la falsa disyuntiva entre la sabrosura y el mensaje, ya que nuestros pueblos herederos de la copla española la incorporaron a sus pregones africanos de júbilo y tristeza, a lo sagrado y a lo pagano. Así, Joe Arroyo participa de un continuum temático y trágico que denuncia la esclavitud y los estragos de la miseria actual de la comunidad negra, sus sueños y fracasos en una postura de romanticismo clásico donde el sujeto expresa su asombro ante el paisaje, la mujer, todo bajo un trasfondo de crítica social y racial que reivindica la óptica popular.

EL PATRIMONIO RÍTMICO
La música de Joe Arroyo, después de inscribirse con éxito en la salsa con Fruko y sus Tesos y los Latin Brothers, y de mostrarse allí como compositor, se encamina desde los años 80 con su orquesta La Verdad, hacia otras búsquedas rítmicas tanto en el Caribe colombiano como en la cuenca antillana, de allí surge esa fascinante mixtura entre los aportes continentales e insulares que le procurarán un sonido innovador y una ‘musa original’.

Ello no es óbice para que también se nutra de lo más auténtico del manantial folclórico y popular, lo que exigió una permanente investigación de raíces antropológicas. De allí proviene, además de los porros y cumbias de la tierra, su incursión en el chandé, el bullerengue, la chalupa y la tambora de las cantadoras del Río Magdalena. Joe Arroyo da un sonido internacional a los temas de Estefanía Caicedo, Irene Martínez y La Chula, con ellas recrea la nostalgia campesina:
“Yo no soy de por aquí yo soy de tierra morena, donde canta el Chavarri y le responde la sirena”.
HACIA EL GRAN CARIBE
La lucidez de Joe Arroyo radica en que a pesar de ser sin duda alguna el mejor intérprete de salsa en Colombia, optó por la diversidad y la riqueza rítmica del Caribe y de su entorno natural antillano. Allí las resonancias del reggae jamaicano, de la soka, del merengue haitiano, llenan de matices multicolores el escenario de la ‘noche de arreboles’ y alientan la nostalgia vespertina que según Benítez Rojo todos los caribeños compartimos.

En síntesis, el genio de Joe Arroyo le permite desenvolverse en convocatorias afro antillanas que involucran salsa y otros ritmos caribeños, su música discurre entre las ciudades que ama: Cartagena y su Barranquilla querida. Sus creaciones entrañan su compromiso con los carnavales que goza La Arenosa. Sus cantos a Cartagena se refieren a su historia, su bahía, sus alcatraces, sus gentes y sus calles, a las fiestas de noviembre, al barrio de Nariño y sus leyendas de pescadores. De su clave y su bongó emerge el homenaje a la vida cotidiana de boxeadores, beisbolistas, obreros, presidiarios, champeteros y héroes populares con sus sueños e infortunios. Todo rodeado del paisaje marino y la belleza natural y sensual de las mujeres caribeñas, destinatarias de inspiración perenne. Todo lo que sabe sobre el entorno que ama se expresa con cumbias (Suave bruta) y fandangos sabaneros, cantos y tamboras del río y música romántica especialmente empleando el ‘Joesón’, mezcla caribeña de su inspiración.

PREOCUPACIONES TEMÁTICAS
Las preocupaciones temáticas de Joe Arroyo, van acompasadas con las elecciones rítmicas que hemos mencionado y tienen la característica de poseer una percepción muy propia de su entorno y de su ubicación en el mundo, desde su condición de hombre rumbero y bohemio del Caribe salido de la barriada marginal. Su léxico castizo lo mezcla con la jerga propia de las polvorientas esquinas de Cartagena o Barranquilla, le escribe por igual al poeta que canta asombrado frente al paisaje, al joven repleto de sueños que busca en la ciudad la superación de las amarguras que le deparó la miseria heredada, al pescador que acude a la dinamita, al palenquero que vende su casa para poder comer, a los campesinos desplazados del agro costeño:
“Se marcha el chico y hasta el mayor todos comienzan la migración
se van los Pérez, los Olivares los de la finca de Pantaleón
se queda solo el platanal y las fruticas` e mamey
abandonaron el campo como si perdieran la fe”
Pero indudablemente la musa del gran autor que había en Joe florece con su propia agrupación en 1981. Desde entonces ha sido reconocido el mensaje social y político de ‘La Rebelión’, que le permitió al autor un reconocimiento universal. Esta vocación hacia lo étnico no es abandonada con trabajos de otros autores como el magnífico tema de José Jeremías Rivas ‘Blanco y Negro’, donde abunda en las desventuras de la esclavitud del siglo XVII. En esta misma orientación de los ancestros africanos, se desenvuelve el trabajo ‘Llanto ven, llanto va’:
Raza blanca que maltrató...
a mi gente que del África llegó...
construyeron las murallas de mi bella Cartagena,
amarrados con cadenas, ahí libraron su batalla
En el tema ‘Mi Libertad’, de Gerardo Varela, se presenta una sugestiva e ‘imaginada’6 visión de la participación del pueblo mestizo en la gesta del 11 de noviembre:
A Cartagena y Palenque llegó mi raza africana
y derramó su sangre toda a la orilla del mar
cargándole al español, todo el oro que llevó
y tan solo le ha dejado su tambor
al indio lo mancilló, al negro lo esclavizó
confundiendo sus lágrimas con su voz

Como la India Catalina, fue virtuosa su vida
Y Cartagena con hambre se liberó, fue en un 11 de Noviembre,
Indios farotos anunciaron, llenos del espíritu de libertad
Pero igualmente, también compuso temas de gran factura ideológica y protesta ciudadana como ‘La guerra de los callados’, que era un reclamo a los terroristas delirantes que sembraron de bombas a Medellín, durante mayo de fines de los ochenta, sometiendo al silencio a sus habitantes:
“La noticia se ha regado...
que cosa será
La guerra de los callados...
declarada está
todo el mundo está enterado...
confusión total
la guerra mata al hermano...
esto es criminal
ay que pena señores todo el mundo en vela,
las puertas están cerradas y selladas,
las ventanas clavadas,
lenguas inmovilizadas por la fuerza del terror...
la noche que la ciudad murió”
El canto al amor y la ensoñación del Caribe es una constante en la producción de Joe Arroyo. Sus grandes amores han recibido versos de lira y otros adoptados, pero escogidos e interpretados por él en forma insuperable. Todo el Caribe disfruta de estas creaciones que enmarcan su matizada voz de tenor con el adorno de clásicos danzones y boleros en la digitación mágica de los pianos de Chelito de Castro, el Nene del Real ó Hugo Molinares. Armonías que tienen la seducción de noches y lunas tropicales y brindan serenatas a las amadas.
“Déjame que te cante, dulce como tu mirada...
como me duele tu ausencia, déjame que te cante,
la mariposa de tu jardín tiembla en la niebla”.
La profesión de fe romántica del Joe se expresa en escasos boleros, quizá podría grabar un álbum de este ritmo latino tan nuestro, con memorables temas como ‘Mary’, ‘Corazón romántico’ y ‘Noche de arreboles’:
“Hay noches de arreboles que incitan al amor...
y en los alrededores se enciende el ardor,
son noches de ilusiones, como hoy te llaman,
temblando de pasiones, como hoy cual flama,
son noches que me llaman, que me dicen, que me impulsan,
que me dicen que me entregue a la pasión”
Hay otra línea temática que sobre la base del drama personal del artista alude a sus éxitos y fracasos. En esa orientación están ‘Fuego en mi mente’, ‘Centurión de la noche’, ‘La noche’, ‘Musa original’, ‘Son apretao’, ‘A mi Dios todo le debo’, que si bien parten de una problemática subjetiva no dejan de tener un sello social, dado que está dirigida a los habitantes de la noche y a los bohemios irredentos, que creen en Dios, tienen sus musas y viven seducidos por las noches tropicales.

Joe Arroyo, el más internacional de los cantantes colombianos, se sitúa en el ámbito de los cantores sociales del Caribe, inmerso en una visión crítica de la realidad desde su percepción especial, lo que le permite un uso ambivalente tanto del lenguaje popular de las zonas marginales de las urbes de la Costa colombiana como de giros literarios en la búsqueda de un lenguaje poético para la canción tropical.

Recientemente, en un sencillo y afectuoso homenaje que le rindió un grupo de amigos en la Video-Tertulia del Caribe del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, se habló de dedicarle este 2007 a Joe Arroyo, teniendo que concentre el talento local y regional en una especie de Caribe All Stars. Quieran los dioses del arte que ese sueño se cumpla.

Referencias

1 Múnera Alfonso Fronteras Imaginadas, La Construcción de las razas y de la geografía en el siglo XIX colombiano,
Balance historiográfico de la esclavitud en Colombia 193-225 pp.
2 Múnera Alfonso Ibíd.. p 217.

3 Solano Alonso, Jairo Joe Arroyo y la Ciencia Política El Heraldo Revista Dominical, 5 de febrero de 2006

4 Mark Sawyer PHD en Ciencia Política de la Universidad de Chicago y Profesor de la Universidad de California UCLA,

5 Sawyer Mark La doble conciencia de DuBois, frente al excepcionalismo latinoamericano: Joe Arroyo salsa y negritudes Pórtland, Oregon
6 En el sentido propuesto por Alfonso Múnera. efectivos. Así podremos construir un mejor país para todos.